miércoles, 10 de octubre de 2007

Cinco sentidos satisfechos en Morelia


Hace veinticinco años -en la misma pila bautismal que hizo católico a Iturbide- me fue borrado el pecado original, y aunque hace muchos años que abandoné la adoración a cualquier dios que no sea Baco y amo la ciudad en la que nací y vivo (el De-Efe), sigo pensando que no hay en este país ciudad más hermosa que Morelia. La extraño cuando no estoy en ella y me provoca esa sensación de “doble ciudadidad” cuya gran ventaja es sentirse en casa en cualquiera de las dos.

La gente es -en general- maravillosa, uno comprende que los slogans sobre México como un país hospitalario pueden ser más que publicidad cuando llega a Morelia. DE VERDAD te ofrecen su casa sin conocerte -y sin ser los pescadores o los campesinos que vemos en las películas-, te ofrecen toda la ayuda que puedas necesitar, te saludan si llegan al mismo restaurante que tú e incluso pueden acercarse a ti a las tres de la mañana -si caminas frente a la Catedral- para “contarte cómo se sienten”... Bueno, esto último no estoy muy segura de qué fue, comprenderán que después de veinticinco años viviendo en Chilangolandia uno le teme a los desconocidos...

Debo reconocer que los restaurantes no suelen tener el mejor servicio que haya visto, la mayoría son lentos, lentos, lentos... pero el café es maravilloso, especialmente en el Jardín de las Rosas... no en todos lados hay Coca, de hecho hay más Pepsi, pero encuentras Indio y Bohemia con facilidad... y venden chelas en el cine ¡Compensado, compensadísimo!

Con todo esto, ver mucho y muy buen cine en Morelia es una de mis fantasías que, por obvias razones, sólo pueden cumplirse en la ciudad-pozo-de-los-deseos; que además esta semana también es sede del QUINTO ENCUENTRO DE CANTAUTORES, una serie de conciertos de lo que casi todos conocemos como Trova, organizado ni más ni menos que por Adrián Gil, “El Tigre”.

¿Qué más puede pedirse? Cine, trova, muchachos guapos (cubano incluido aunque no se trate del mulatico de mis sueños y los de muchas), excelente café, comida deliciosa, alcohol, excesos y una ciudad hermosa para enmarcarlo todo. El cinco es un gran número: Quinto festival de cine, quinto encuentro de cantautores, cinco salas en Cinépolis Centro, cinco sedes en Morelia para ver el festival fuera de las salas de Cinépolis, un mínimo de cinco películas diarias... Dicen que no hay quinto malo, pero como siempre he dicho que “primero la decencia que la docencia”: no lo sé de cierto, lo supongo...

1 comentario:

Carlos Reyes dijo...

Que buena onda que disfrutes tanto Morelia... yo tengo muchas ganas de ir

:(

saludos!

Preguntando tal vez no llegues a Roma... pero a algún lugar llegarás...

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