martes, 26 de agosto de 2008

Los pitufos, ¿pitufos qué?


Algún amigo explica mis conductas reprobables recordando que cuando era pequeña escuchaba el disco de los pitufos para dormir.

Hoy escucho de nuevo, después de muchísimos años, el disco que contiene la legendaria canción "Dormir, dormir" y encuentro que mi emoción y felicidad no es precisamente colectiva.

Es un fenómeno muy extraño porque cuando me compré Remi muchos de los amigos se emocionaron, hicieron bromas y dijeron que querían verla...

Como en la mayor parte de las caricaturas y cosas de la infancia, mis recuerdos pitufosos abarcan unas pocas imágenes, que confrontadas con las versiones completas que internet me ha permitido recuperar resultan muy impresionantes.

En la búsqueda de este disco encontré datos sorprendentes sobre los pitufos ¡¡¡Yo no sabía que a Pitufina la creó Gárgamel!!! mucho menos que nació morena... El disco del Padre Abraham y SUS pitufos es un fenómeno mucho más extraño aún, pero sobre todo confuso: ¿Quién es el Padre Abraham? ¿Por qué unos duendecillos paganos celebran la Navidad y cantan villancicos? ¿Qué hace una canción sobre nostalgia por los bikinis en un disco para niños?

Siempre he estado en contra de la idea que propone que todos los tiempos pasados fueron mejores y las caricaturas de mi infancia podrían ser un gran ejemplo de cómo mi generación también creció llena de mensajes absurdos e inmorales. Después de todo no resulta irracional justificar algunas de mis conductas con las cosas que oí y vi cuando era niña, pero en realidad prefiero dejar este post como celebración porque encontré el disco que oía cuando era niña y ahora puedo volver a cantar "Veo, veo, veo, veo..." y pitufar.

viernes, 15 de agosto de 2008

La palabra

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de "rosa" está la rosa
y todo el Nilo en la palabra "Nilo".
El Golem, J.L. Borges.



DESPUÉS de mucho tiempo sin escribir, un encuentro casual con el disco que grabaron juntos Pedro Guerra y Ángel González me da algo qué decir y me trae de vuelta.
La palabra en el aire me conmueve, me hace pensar en la belleza, y en la magia de las palabras.
González lee su poesía y cuando nombra a las rosas yo recuerdo a Borges, a Nothomb y a Saint-Exupéry -aunque más a Borges- y mis ojos tiemblan como los de Remi al ver que lo que un día se encuentra en su nombre, otro día puede estar tan lejos que la invocación ya no alcance.
Tal vez no se acaba la magia evocadora sino el placer en el recuerdo y el nombre ahora es un dolor de bolsillo.
Yo tuve una rosa, ahora sólo su nombre.

A veces, un cuerpo puede modificar un nombre

A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos.
Sin embargo, cuando pienso en tu nombre, eres tú quien le da a la palabra color, aroma, vida.
¿Qué sería tu nombre sin ti?
Igual que la palabra rosa sin la rosa:
un ruido incomprensible, torpe, hueco.
Ángel González.









Preguntando tal vez no llegues a Roma... pero a algún lugar llegarás...

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