Me sonríes como dulce del País de las Maravillas y yo, que a veces entro en la tierra buscando conejos blancos, no puedo más que resignarme y crecer, aunque las madrigueras después no sean capaces de ocultar que me encontré contigo y tenga que vivir en esa dispersión que me delata.
Tal vez si no me derritiera, si no quedara esparcida, derramada, sería más fácil recuperar los pedazos que dejas de mí y que erosionas sin darte cuenta; pero cuando te acercas soy suave y soy dulce, como la miel o la cera.
Te marchas y siempre dejas el abrigo, como si hallarlo fuera el pretexto que necesitas para volver. Yo, mientras, soy como un fama envuelto en su sangre y su tristeza.
martes, 19 de mayo de 2009
De los cronopios que adoptan costumbres de los famas
Publicado por Unknown en 23:11
Etiquetas: Azote, cronopios, Desamor, País de las maravillas
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