viernes, 3 de agosto de 2007

300. Una epica de Frank Miller


Por: Aremy Rergis y María Fernández

480 años antes de Cristo, cuando el rey del Imperio Persa invadió Grecia, 300 espartanos combatieron al mayor ejército de la época. Protegían mucho más que sus tierras y familias: defendían sus leyes, su libertad, su democracia, la semilla de la cultura occidental.

Basándose en fuentes históricas y en la película de Rudolph Maté El León de Esparta o Los trescientos espartanos (The 300 spartans, 1962), que en su niñez lo acercó por primera vez a esta batalla, Frank Miller (Sin City, 2005) y su esposa Lynn Varley crearon en 1999 una novela gráfica sobre esta historia, y que ahora el director Zack Snyder (Dawn of the Dead, 2004), apoyando a sus actores contra una bluescreen, recrea de forma espectacular.

ESTRATEGIA EN EL DESFILADERO
Siendo apenas un niño, Leónidas llega al gobierno de Esparta –una de las ciudades-estado más importantes de Grecia– en el año 489 a.C., y empieza a prepararse para la guerra. Pocos años más tarde, cuando ya es un hombre (interpretado por Gerard Butler), se entera que el rey persa Jerjes I (Santoro) pretende invadir su territorio, asistido por un ejército de más de 150 mil soldados. Leónidas, que no posee una milicia de esta proporción, sabe que su mejor arma es la estrategia: para contrarrestar la desventaja numérica, conduce a su guardia personal –300 soldados, de ahí el nombre de la cinta– a cerrar el paso al enemigo en el desfiladero de las Termópilas. Gracias a este plan defensivo, los griegos ganarían tiempo para evacuar las ciudades y para evitar la caída definitiva de Grecia. Armados de valor, Leónidas y sus hombres lucharían cuerpo a cuerpo contra el destino: un oráculo ya había pronosticado su derrota. “La muerte es segura, pero el honor es eterno”.

DEL CÓMIC A LA PANTALLA
Después de llevarnos por las oscuras, pantanosas calles de la ‘Ciudad del Pecado’ –siempre a blanco y negro, apenas con algunos toques de color–, Frank Miller vuelve a trabajar con Lynn Varley, cuyo trabajo con las tintas se ve reflejado de manera impecable en la película. Las capas rojas de los espartanos, flotando en el aire, evocan el coraje de los soldados. El cuadro se completa con los paisajes en sepia: privilegiando las tomas abiertas y las secuencias largas, sin close ups ni cortes rápidos, el peso de la película recae grandemente sobre las coreografías militares, muy bien trazadas.

El soundtrack, creado por Tyler Bates (quien ya había trabajado con el director en la cinta Dawn of the Dead del 2004), acompaña las imágenes con coros y música de orquesta que, aunque en ocasiones nos recuerden al mismísimo Lord of the Rings (2001-2003), otorga una fuerza especial a las escenas. El resultado de la conjunción entre imagen y sonido es otro acierto más en la cinta de Znyder.

HACIENDO HISTORIA
La película obviamente no es un documental, ni tiene la pretensión de narrar los hechos tal como sucedieron (algo por demás imposible, dirían los posmodernos). Como otras películas épicas de reciente factura –como Alexander (2004), Troy (2004) o Gladiator (2000)–, el 300 de Frank Miller mantiene una narración bastante apegada a los hechos, sin que intente por ello ser completamente fiel a un relato histórico. La secuencia en que se desarrollan los sucesos, así como algunos detalles de la indumentaria de los personajes –principalmente el tipo de armas que usan los soldados– han sido cuestiones muy discutidas y en ocasiones criticadas desde la aparición de la novela gráfica. Después de todo, lo que estamos viendo es el producto de la fantasía de Miller, combinada con la imaginería práctica de Znyder; es un largometraje filmado en Montréal (Canadá), muy lejos de la tierra de los olivos y de las costas del Mediterráneo. Por lo tanto, podemos estar seguros, esto de ninguna manera es la ilustración o la traducción cinematográfica de, digamos, los textos de Herodoto –el historiador griego que registró los acontecimientos que tuvieron lugar durante las Guerras Médicas, y hablando en particular, en la Batalla de las Termópilas. Lo sentimos, pero esta película no es un sustituto de las clases de Historia.

Un punto que merece la pena mencionar es el resurgimiento que han tenido las narraciones épicas en Hollywood. Lo mencionábamos antes: los grandes estudios se están embarcando, nuevamente, en obras que retratan los trabajos y los días de los griegos y romanos antiguos. La furia (o caprichito infantil) del Aquiles de Brad Pitt, el imperio de Alejandro de Macedonia, alias Colin Farrell, han tomado la pantalla por asalto, tal como hace más o menos cincuenta años lo hiciera Charlton Heston con su interpretación de Ben-Hur (en la cinta homónima de 1959) o como Juan el Bautista en The Greatest Story Ever Told (1965). Otra vez cientos de extras poblando tomas muy abiertas (aunque ahora son menos: usan unos cuantos hombres de verdad y los reproducen por computadora), con vestuarios salidos de las páginas de una enciclopedia. ¿Volvemos a los años dorados de la industria fílmica? En cualquier caso, la cinta de Miller y Znyder tiene algo que la hace resaltar entre las otras, y es su novedoso lenguaje visual. No es que los gráficos por computadora sean apenas un descubrimiento, pero el manejo que los creadores de esta cinta le han dado sí resulta sorprendente.

Por último, es importante resaltar que los persas de entonces tenían ya una cultura muy desarrollada que distaba mucho del pueblo bárbaro lleno de monstruos y sumido en los excesos que aparece en la pantalla; pero recordemos que las producciones norteamericanas siempre han apoyado la ideología de su país, y así como en 1962 esta misma historia pudo contener alusiones contra el socialismo no es descabellado pensar ahora en los conflictos que en la actualidad sostiene Estados Unidos con Irán, la antigua Persia. Así que insisitimos, no es historia, sino entretenimiento. CMK


FT
300
ESTADOS UNIDOS, 2006
DIRECTOR: ZACK SNYDER (DAWN OF THE DEAD, 2004)
ACTORES: GERARD BUTLER, LENA HEADEY, DAVID WENHAM, DOMINIC WEST, RODRIGO SANTORO

“Sólo di lo mejor de mí para hacer justicia a un gran momento en la historia. Fue muy importante dinamizar la apariencia de los personajes para quitar la sensación de que se trata de una vieja historia. No es una historia vieja; es una historia eterna.” (Frank Miller)

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