lunes, 6 de octubre de 2014

Dime a quién insultas...

Hay ciertos insultos que me provocan náuseas.

Afortunadamente, tengo un sentido del humor que me permite reír de chistes sexistas, racistas o xenófobos y asumirlos como lo que son: chistes. No obstante, veo que desde hace un tiempo las redes sociales, las revistas y la vida se van llenando de publicaciones en las que el término "Godínez" ha dejado de ser -si es que un día lo fue- una broma y ahora se usa para describir despectivamente a una buena parte de los trabajadores en México.

Incluso si dejamos de lado el hecho de que ese sector lleva a cabo un montón de trabajos que quienes los insultan serían incapaces de realizar, que pagan impuestos, compran a crédito y en resumen sostienen una buena parte de la vida que todos llevamos; es decir, incluso si dejamos de lado todo lo que tendríamos que agradecer y respetar, me resulta incomprensible de quiénes vienen -en general- estos insultos.

He de reconocer que aquellos que escriben artículos sobre los mandamientos de los Godínez, las revistas que publican cuestionarios para determinar qué tan Godinez son sus lectores y las personas que llenan sus redes sociales con chistes sobre Viernes Godínez y cosas por el estilo, siempre me han parecido más esnobistas que otra cosa, pero no deja de sorprenderme que aquellos capaces de concebir la condición de Godínez sean también los que se esfuerzan por parecer, creen ser y se declaran personas cultas, ingeniosas, incluyentes, librepensadores, demócratas, humanistas...

Además hay que decir que estos agudos comentarios de adultos sofisticados (diría Lisa Simpson) no vienen de rockstars ni artistas o cuando menos freelancers. Vienen de personas que tienen un trabajo de-nueve-a-cinco, la mayor parte de las veces en un cubículo. Se sienten distintos por la educación que recibieron y el toque trendy que imprimen en su vida, pero también buscan EL ÉXITO, una pareja estable y un futuro con hijos, casa y coche.

Claro que entiendo que celebrar los viernes en El Barón Rojo o comprar productos Avón en la oficina está lejos de ser un estilo de vida deseable para muchos, pero no comprendo cómo se puede tener el descaro de calificarlo como malo. ¿De verdad se puede ser tolerante y al mismo tiempo creer que las aspiraciones propias y sólo esas son las correctas? ¿Les resulta congruente andar ejerciendo de animalista-yogui-veganos y juzgar a alguien como pernicioso por la música que escucha? ¿Sus tatuajes pacifistas o con citas de Cortázar y Saint-Exupéry son absolutamente compatibles con las burlas sobre la dieta de los oficinistas? ¿Sus chistes los hacen profundos pensadores y los alejan de la gente superficial a la que también critican?

No sé, considero que todos estamos en libertad de sacar de nuestras vidas aquello que no nos gusta.

Para mí, "IMBÉCIL" y "ESTÚPIDO" siguen siendo los mejores insultos, los que se refieren directamente a la inteligencia.










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Preguntando tal vez no llegues a Roma... pero a algún lugar llegarás...

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