Estoy leyendo las entradas anteriores de este blog y debo confesar que ya no me avergüenza mucho tenerlo tan descuidado. Sin embargo, encontré el post que escribí cuando murió Casiopea y sentí una deuda de amor con Limba, mi nueva bestia, que ha venido a llenar con ruido de patitas y lengüetazos todos mis días.
Si supiera escribir canciones o poesía tal vez me pondría a pensar en temas importantes de los que hablan algunos de mis amigos. Pero no sé y pienso que me gustaría poder cantar sobre sus orejas mutiladas o las manchas en su pecho que parecen huellas de otro perro; sobre lo desnuda que se ve cuando anda sin collar o sólo acerca de lo feliz que soy cada vez que salimos a correr y veo cuánto la emocionan los paseos.
A lo mejor esto también tiene que ver con mi defensa al derecho de ser cursi...
jueves, 15 de enero de 2009
El amor después...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario